La Pizarra: Y Anquela derribó la muralla

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

Anquela derbi Real Oviedo Sporting Carlos Tartiere.Anquela, instantes antes de iniciarse el derbi ante el Sporting
Anquela, instantes antes de iniciarse el derbi ante el Sporting Óscar Cela

Analizamos en cinco claves la victoria del Real Oviedo ante el Reus

26 nov 2018 . Actualizado a las 19:37 h.

En Segunda División, las grandes individualidades se cuentan con los dedos de una mano. El Real Oviedo afrontó el encuentro ante el Reus sin Sergio Tejera y Saúl Berjón, seguramente sus dos jugadores más diferenciales a la hora de encarar una defensa rival. Los catalanes, que tampoco es que llegasen al Tartiere con un amplio abanico de recursos, no regalaron nada a los azules. Anquela movió las piezas en el descanso y decantó la balanza.

La fortaleza de Xavi Bartolo

El técnico del Reus tuvo claro el partido desde el primer minuto: conseguir que el Oviedo siempre estuviera en inferioridad numérica tanto en la frontal del área como en la zona de remate. El 4-3-3 habitual se transformaba en un 6-3-1 en fase defensiva, ya que los extremos hacían las veces de carrileros y los laterales pasaban a ser centrales.

Javi Muñoz y Ramón Folch no veían pase por dentro ya que Ortiz, Carbonell y Juan Domínguez tapaban cualquier opción, mientras que Bárcenas, Joselu e Ibra eran incapaces de girar en la frontal ante el acoso de hasta seis defensas rivales. Toda táctica tiene un precio y, obviamente, el del Reus era renunciar a cualquier opción de contra. Linares consiguió bajar algún balón de espaldas, pero rápidamente la perdía ante unos centrales azules bastante cómodos en el día de ayer.

Javi Muñoz y Yoel Bárcenas, los señalados

Con Tejera y Saúl en la grada, las miradas apuntaban al madrileño y al panameño. El primero llegaba tras decepcionar en Riazor y no gozar de ningún minuto en el derbi. El segundo, sin embargo, venía demostrando un gran potencial como carrilero, pero cuando ante el Sporting pasó a jugar de extremo su rendimiento disminuyó significativamente. 

Así pues, ambos estaban ante la oportunidad de reivindicarse. Con Folch más posicional, Muñoz intentó moverse por toda la medular en busca de un pasillo que encontró en el primer minuto del partido, generando la ocasión más clara del primer tiempo. No se le vio mucho más antes del descanso. Yoel más de lo mismo. Eso sí, en la primera jugada en la que tuvo metros para correr, hizo daño al Reus y facilitó que Ibra fuese víctima de un penalti que el árbitro no consideró tal.

Anquela movió el árbol en el descanso

El técnico del Real Oviedo detectó donde estaba el problema y no esperó demasiado para intentar remediarlo. Adelantó a Mossa, juntó a Joselu con Ibra Javi Hernández y Diegui pasaron a ser laterales. Estos fijaron a los extremos del Reus y Bárcenas y Mossa hicieron lo propio con los laterales. ¿Resultado? El pasillo central se descongestionó y el Oviedo ya no era tan inferior en número en la zona de remate.

Por supuesto, el 1-0 en la primera jugada del segundo tiempo lo facilitó todo, pero dicho gol de Mossa no se explica sin el movimiento de piezas orquestado desde la banda. Justo después de que Champagne, con una gran parada a Linares, recordara a los 15.017 espectadores del Tartiere que él también estaba en el campo, Bárcenas puso el 2-0 de falta directa. Jaque mate.

Folch, Muñoz y Diegui a favor de corriente

El Reus no bajó los brazos pero le fue imposible disimular que el 2-0 hizo mucho daño. Folch, ese mediocentro que a muchos aficionados desespera pero que todo entrenador quiere tener en el campo, no dejó segunda jugada por barrer, haciendo que a los de Bartolo les durara muy poco el balón.

En este contexto, Muñoz jugó más liberado y sumó unos minutos sin sobresaltos que pueden ser importantes cuando le toque actuar en un escenario más complicado, mientras que Diegui recuperó sensaciones y volvió a ser el dueño del costado derecho, llegando a provocar el penalti que acabaría, a la segunda, redondeando el marcador.

Boateng, Linares y las ganas de demostrar

En uno de los regresos más emotivos que se recuerdan en el Carlos Tartiere, Miguel Linares hizo todo lo necesario para irse de "su" estadio con algún gol en la saca. Hasta en tres ocasiones pudo batir a Champagne, pero el argentino impidió que el aragonés se despidiese del municipal ovetense marcando. 

Por su parte, Richard Boateng quiso demostrar mucho en poco tiempo y dicha aceleración le impidió producir algo positivo. Por delante del doble pivote azul, el ghanés estuvo impreciso en el pase y no supo leer el juego cuando tuvo espacio para hacer daño. El Oviedo tiene en el africano un activo más potente de lo que la gente se piensa, pero falta que se adapte a este rol secundario para poder sumar desde la segunda unidad.