Recuerdos azules del primer derbi a puerta cerrada de la historia

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

Borja Sánchez celebra su gol ante el Sporting junto a Ortuño
Borja Sánchez celebra su gol ante el Sporting junto a Ortuño Real Oviedo

Alfredo Ortuño, Ibrahima Baldé y Edu Cortina, presentes en la última victoria del Oviedo en El Molinón, rememoran aquel partido para La Voz de Asturias

17 abr 2021 . Actualizado a las 04:15 h.

Junio de 2020. El fútbol todavía se estaba acostumbrando a eso de jugar sin público cuando, en la tercera jornada posconfinamiento, llegó el derbi asturiano. El Molinón, por primera vez en la historia de los duelos de máxima rivalidad, iba a ser el escenario de un partido entre Real Sporting y Real Oviedo sin ningún aficionado en las gradas. Alfredo Ortuño, Ibrahima Baldé y Edu Cortina, exjugadores azules presentes en aquel encuentro, recuerdan para LA VOZ DE ASTURIAS un encuentro que se decidió gracias a un tanto de Borja Sánchez, convirtiéndose en la primera victoria carbayona en territorio rojiblanco desde 1997.

La adaptación

Los prolegómenos de aquel derbi se parecieron bastante a los ambientes propios de dichos partidos. Menos gente que en años anteriores, sí, pero en los alrededores de El Molinón se juntaron decenas de aficionados rojiblancos para recibir de forma hostil al Real Oviedo y vitorear la llegada del Sporting. Una vez dentro del estadio, la realidad del fútbol poscoranivirus se imponía. ¿Era complicado meterse en situación?

«Que estás en semana de derbi lo sabes cuando vas a hacer la compra o a echar gasolina. Todo el mundo te dice algo. Llegamos al estadio el día del partido sabiendo lo que nos jugábamos, aunque no hubiese público», cuenta Alfredo Ortuño, ahora en el Albacete y, por entonces, referencia goleadora del Oviedo de Ziganda. El Cuco, aquel día, reservó al ariete murciano para la segunda parte. 

En su lugar jugó un tal Ibrahima Baldé. «Jugar un derbi sin gente es una mierda, pierde su razón de ser. Aun así, teníamos que estar preparados para ganarlo o, al menos, no perder. Dentro del vestuario estaba un capitán como Saúl Berjón, que te hacía estar metido», afirma el delantero senegalés, pichichi del Giresunspor turco en la presente temporada. 

Las lesiones condicionaron su temporada y, tras la reanudación de la competición, solo disputó la última jornada, pero Edu Cortina fue testigo directo de la salvación del Oviedo. Desde la grada, en los nuevos banquillos de hoy en día, el canterano jugó su papel. También estuvo en el derbi, claro. «Era una sensación muy rara e, incluso, descafeinada, aunque luego cada uno consiguió motivarse. Nos jugábamos la vida y daba igual el contexto, solo nos valía ganar fuese quien fuese el rival. El equipo estuvo metido la semana entera», relata el canterano azul, desde septiembre futbolista del Mérida.

Un partido en el césped y otro en la grada

«El banquillo era fundamental. Se escucha todo y el apoyo y la información que tienen los jugadores de campo durante el partido es gracias a los suplentes y al resto de trabajadores del club. Creo que en eso estuvimos muy bien en El Molinón», afirma el propio Edu Cortina. Si en el nuevo fútbol los suplentes y no convocados han asumido un papel hasta ahora reservado, lógicamente, a las aficiones, en un derbi dicha responsabilidad se multiplica.

Ortuño también comenzó el partido en la grada. «Ahora mismo se oye todo y son los banquillos los que ponen la salsa y los que lo viven con más tensión. Incluso los arbitrajes están condicionados. Hay un golpe entre dos futbolistas y el árbitro pita a favor del que grite primero», cuenta el murciano. Ibra sí que comenzó el encuentro dentro del rectángulo de juego, aunque cuando Ziganda decidió sustituirle el africano cambió el chip: «¿Animar a los compañeros? Eso siempre. Cuando tienes a once carbayones corriendo como cabrones sobre el césped no puedes hacer otra cosa. Desde los jugadores hasta los médicos, todos. Gritando, apoyando y metiendo presión al árbitro», recuerda el delantero. 

Banquillo del Oviedo, situado en la grada de El Molinón, durante el derbi asturiano de la 19/20
Banquillo del Oviedo, situado en la grada de El Molinón, durante el derbi asturiano de la 19/20 Real Oviedo

El juego se estaba pareciendo al de un derbi cualquiera. Ambos equipos sin querer arriesgar, con Mariño y Lunin de meros espectadores y mucha intensidad en cualquier disputa. «Así es la Segunda y así son los derbis. Partidos de batalla, de ir a muerte y defender un escudo. El que marque primero tiene todas las papeletas para llevarse el partido. El míster tenía un buen plan y nos dio las instrucciones que había que hacer», afirma Ibra.

Mientras el planteamiento del Cuco, ese que consistía en ceder la iniciativa a un Sporting, por entonces, poco capacitado para llevar el peso del partido, Ortuño y Borja Sánchez comenzaban a calentar en la banda. «Recuerdo que estaba en la banda calentando con Borja y le repetía una y otra vez que íbamos a tener una y que teníamos que aprovecharla», explica el delantero de Yecla. Y así fue.

Una carrera para la historia de los derbis

Estaba a punto de cumplirse el minuto 70 de partido cuando un taconazo de Unai Media hacia Cristian Salvador se quedó corto. Borja Sánchez robó el balón y ahí comenzó a decantarse el derbi asturiano. «Es que robó la bola en campo propio, en ese momento no me imaginé que podía acabar como acabó. Estaba muy lejos», cuenta un sincero Edu Cortina. Más seguro estaba Ibra: «Es la típica jugada en la que piensas que va para dentro. No sé cómo lo va a hacer, pero va para dentro».

El asistente de Borja fue el propio Ortuño, aquel que había calentado junto al ovetense minutos antes. «Estuve un año con Borja y sabía de qué era capaz. Tiene mucha calidad y un físico perfecto para aguantar esas carreras y esas disputas. Cuando vi que salía de dos rivales y que estaba solo para continuar la jugada.... Yo estaba uno contra uno frente a Molinero y me la podía haber jugado, pero vi tan claro que lo mejor era dejársela de cara que no lo pensé. Arriesgué, pero confié en que llegaría y salió bien», rememora el pichichi azul de la temporada pasada. 

Y Borja batió a Mariño. «Hizo esa maravilla y empezamos a correr como locos por el ancho de la grada. El linier nos llamó al orden, pero nos daba todo igual ya», recuerda Edu Cortina. «Lo siguiente que recuerdo es estar celebrando el gol subido a uno de los asientos de El Molinón», comenta riéndose Ibra. Eso sí, hasta cuando se habla de la celebración de un gol, uno se acuerda del fútbol de siempre. «Haber escuchado el silencio de un Molinón a rebosar me hubiese encantado. Allí jugué muchas veces con gente y no me puedo imaginar lo que hubiese sido ese gol en un derbi y en ese fondo», afirma Ortuño.

Ibra, subido en uno de los banquillos de El Molinón, al término del derbi asturiano de la 19/20
Ibra, subido en uno de los banquillos de El Molinón, al término del derbi asturiano de la 19/20 Real Oviedo

Quedaban 20 minutos y al Oviedo le tocaba defender el resultado. Cerca del minuto 90, Babin remató a la red un centro de Álvaro Vázquez desde la izquierda. Figueroa Vázquez, árbitro del encuentro, señaló gol, pero su asistente levantó el banderín. El VAR entraba en juego. «Estaba rezando para que fuese fuera de juego, desde dentro no tenía ni idea. En el fútbol de ahora, cuando te meten un gol, hay un 1% de posibilidades de que se anule», cuenta Alfredo Ortuño.

La espera fue tensa y la grada, también en ese momento, jugó su papel. «Yo me centro mucho en el partido y de ahí no me sacan, pero el ambiente era tenso, claro», recuerda Cortina. Ibra es el más explícito de todos: «Desde el banquillo no sabíamos lo que había pasado. Cuando el árbitro señaló el fuera de juego levanté el puño y dije a mamarla», rememora el senegalés.

La victoria del Oviedo cerró la jornada 34 del campeonato liguero. Todavía quedaba mucho trabajo y la salvación no estaba conseguida, pero los tres puntos sirvieron para que aquella noche, el conjunto del Cuco Ziganda durmiese fuera del descenso. «La verdad es que el guion de aquel derbi, si se hubiese dado con público en las gradas de El Molinón, hubiese sido perfecto», finaliza Edu Cortina. Historias de un encuentro que, 23 años después, volvió a teñir Gijón de azul.