Rosas comestibles de todos los sabores: la granja asturiana con cultivos internacionales

Nel Oliveira
Nel Oliveira REDACCIÓN

SABE BIEN

Por la izquierda, Germán Montoya y Mario Gigerl, propietarios de La Flor del Agua
Por la izquierda, Germán Montoya y Mario Gigerl, propietarios de La Flor del Agua

La Flor del Agua se sitúa en la pequeña aldea de Camales, donde elaboran todo tipo de productos a raíz de cultivos seleccionados genéticamente para el clima asturiano

06 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En la pequeña aldea de Camales, cerca de Trubia, en el municipio de Oviedo, se encuentra La Flor del Agua. Esta granja ecológica es propiedad del almeriense Germán Montoya y el austriaco Mario Gigerl. Tras descubrir Asturias en una visita turísticas decidieron echar raíces en todos los sentidos. Vieron una oportunidad de anclarse al Principado comprando una pequeña casa rural, que aún siguen reformando, y un terreno donde han plantado su actual negocio. Entre los productos más destacados que cultivan están las rosas comestibles de varios sabores frutales y con las que elaboran mermeladas, salsas o siropes, entre otros.

Según explica Germán, su idea era crear una granja multidisciplinar. Y así lo han hecho. «Buscamos los productos que se amolden al clima asturiano», asegura. Para ello han tomado referencias de todas partes del mundo. De esta forma consiguen cultivar los productos de la forma más natural posible, sin usar apenas productos químicos que puedan dañar el resultado final. «Tenemos, por ejemplo, variedades de tomates que se pueden cultivar en el exterior, patatas a las que no afectan los hongos o tubérculos de andinos», relata Montoya. Todos ellos son seleccionados genéticamente de climas internacionales para que se adapten lo mejor posible a Asturias, pero no modifican su genética.

Sin embargo, uno de sus productos estrella son las rosas. Las cultivan de todos los sabores: pera, frambuesa, fresa, albaricoque o limón. «En nuestra colección tenemos más de 200 variedades diferentes», asegura Germán. A raíz de este producto, que al comerlo ofrece un intenso sabor nasal, elaboran otros o simplemente utilizan los pétalos frescos para acompañar la receta en cuestión. Cabe destacar, según explica el creador de La Flor del Agua, que todas las rosas son comestibles, pero tan solo un 10% tiene un sabor final agradable en boca. «Lo que buscamos son variedades que nos recuerden a ciertos sabores u olores. Si hay una que huele a limón y queremos obtener una variedad nueva que sea más profunda la juntamos con otra que también huela a limón. De ahí puede salir un hijo que resulte que sea muy fragante. Sería lo ideal», explica.

De esta forma, lo que consiguen tanto Germán como Mario es ofrecer, a través de una flor con la rosa, sabores desconocidos al paladar: «Sería probar algo que siempre has olido, pero sentirlo mediante un sabor». En un tarro de mermelada de los que elaboran puede haber dos o tres flores en pétalos, «pero impregna el sabor». Además, Germán da un dato: «Está científicamente demostrado que una sola flor de rosas tiene más antioxidantes y vitaminas que una bandeja de arándanos, famosos tradicionalmente por esto». Todos sus productos, que comercializan durante todo el año, están disponibles en una colección llamada Taste of Love, con más de 100 recetas con rosas comestibles.

A parte de en la granja trabajan para empresas obtentoras de variedades nuevas de rosal, buscando tipos más resistentes a través de la mezcla entre estos. Una de las empresas con la que colaboran se llama Pheno Geno. Es una parte holandesa y otra serbia. Se dedica a estudiar genéticamente las rosas para obtener nuevas variedades más saludables, con más aromáticas y más aptas para consumo.

Visitas guiadas

El proyecto de La Flor del Agua comenzó hace apenas un año, pero ha sido tiempo suficiene para generar cierto interés en él. Por tanto, aunque aún se hayan materializado, tanto Mario como Germán se están planteando realizar visitas guiadas a la finca donde tienen todos sus cultivos. «Hay un rato para estar entretenido», bromea Germán, asegurando que el espacio que dedican tan solo a la plantación de rosas supera los 1.000 metros. Además, apunta que las mejores fechas para realizar estas visitas serían entre los meses de mayo y octubre, «que es cuando tienen flor».