«No tenemos por qué estar asustados porque el coronavirus no está en la calle»

GIJÓN

Daniel López Acuña, exdirector de Acción Sanitaria en Crisis de la Organización Mundial de la Salud y consultor independiente en Salud Pública y Asistencia Humanitaria
Daniel López Acuña, exdirector de Acción Sanitaria en Crisis de la Organización Mundial de la Salud y consultor independiente en Salud Pública y Asistencia Humanitaria

Daniel López-Acuña, exdirectivo de la OMS, analiza las principales claves de la epidemia, sobre la que ofreció una charla en Gijón: «El gran problema es cómo se genera el miedo que no está dado únicamente por la información técnica y oficial, sino por imaginarios, películas y libros sobre virus que nos invaden y aniquilan a todo el mundo»

06 mar 2020 . Actualizado a las 08:30 h.

Cuatro recomendaciones de un experto que trabajó más de 30 años como directivo en la Organización Mundial de la Salud (OMS): «No entrar en pánico, lavarse las manos con más frecuencia, toser en la flexión interna del codo y, si hay casos conocidos e inmediatos, evitar al máximo el contacto sobre todo en colectivos de alto riesgo». Daniel López-Acuña, que reside en Gijón desde que se jubiló hace cinco años, fue director de Acción de Salud en Crisis de 2006 a 2011 en la sede de la OMS en Ginebra, de donde regresaba el miércoles para impartir ayer una conferencia en la Escuela de Comercio de Gijon sobre el impacto internacional del nuevo coronavirus, tras ser invitado por la Sociedad Cultural Gesto con el objetivo, indican en esta entidad, de informar claramente sobre la epidemia «sin caer en un pánico creado por noticias contradictorias y en muchas ocasiones infundadas».

-Se acaban las mascarillas y los geles desinfectantes en las farmacias. Incluso hay quienes se tensan cuando alguien tose. El nuevo coronavirus, independientemente de su incidencia, está preocupando mucho…

-Está preocupando mucho pero también estamos teniendo obsesivas señales de pánico infundadas. En estos momentos, la incidencia en España es de alrededor de uno por cada 250.000 habitantes. Eso hay que ponerlo en contexto, aunque no quiere decir que haya que banalizarlo. Hay que tomarlo en serio estando preparados, previniendo su transmisión y activando en toda su fuerza las medidas de contención que se están poniendo en marcha.

-¿Cuál es el contexto de este nuevo virus?

-Es una enfermedad nueva de la que apenas estamos conociendo cómo se comporta el virus y para la que no hay vacuna ni hay tratamiento. Por ello, nos obliga a ser más cuidadosos y a estar alerta. Hay que establecer una señal de alerta pero no una alarma. No tenemos por qué estar alarmados o asustados porque no hay transmisión generalizada en la población. El coronavirus no está en la calle. Eso es muy importante señalarlo.

-¿Cuándo se daría el caso de una transmisión generalizada en la población?

-Cuando empieza a transmitirse de persona a persona y se van duplicando los casos prácticamente en siete días, no mientras los casos sean importados que se detectan y que se logran aislar. Cuando se aíslan o se identifican los contactos, estamos en una situación en la que todavía es controlable. El problema es que no se detecten y esto vaya haciendo logarítmicamente un crecimiento de infección. Eso pasó en Wuhan, pero no pasó en toda China. Pasó en Wuhan pero se cortó con las medidas de una cuarentena que podíamos llamar draconiana. En las cuatro provincias de Italia, se salió del control porque en principio había mucha imposibilidad de diagnosticar, no había una claridad sobre quiénes tenían la infección, eran asintomáticos y transmitían y, por supuesto, había un movimiento muy grande de personas. De hecho, un gran número de personas que hoy están dando casos en varios países del mundo es porque estuvieron  en Italia en las dos últimas semanas de febrero y han tenido a veces de manera asintomática la potencialidad de transmitir el virus.

-¿Qué es lo que debe tenerse en cuenta en una situación de contención como en la que se encuentra España?

-Los trabajadores sanitarios tienen que estar preparados. La infraestructura sanitaria tiene que estar preparada y hay que evitar que colapse por exceso de demanda injustificada o por exceso de demanda justificada por casos complicados. La gran meta es contener la infección, que no se transmita más. Para ello, hay que preparar la infraestructura sanitaria y que exista la dotación adecuada, con los equipos de protección y los protocolos bien activados para que en cualquier comunidad autónoma en la que ocurra se pueda dar el aislamiento necesario y también la protección adecuada para los trabajadores.

-El País Vasco abría esta semana una convocatoria urgente de médicos para reforzar la plantilla ante las bajas por aislamiento.

-Todo depende de qué tipo de contacto tuvo el personal sanitario con una persona que está infectada, que protección existió, qué contacto cercano… Y, por supuesto, lo que hay que hacer es estar vigilando continuamente, haciendo pruebas para ver que no se haya infectado, pero insisto: esto tiene que ser manejado con mucha serenidad y educando a la población para que favorezca estas medidas de contención que son las únicas que podemos tomar.

-En Asturias apenas hay media decena de casos y de todos ellos se ha informado de forma inmediata.

-El problema es el miedo, independientemente de la actuación del departamento de Salud Pública en las comunidades aunóomas y del Ministerio, que ha sido impecable. Ha habido información continua y yo le pondría un diez sobre diez. Ahora el gran problema es cómo se genera el miedo que no está dado únicamente por la información técnica y oficial, sino por imaginarios, películas o libros sobre virus que nos invaden y aniquilan a todo el mundo. Lo que provoca que la gente no se sienta segura y se ponga a comprar y usar mascarillas, que no sirven absolutamente para nada cuando no hay una transmisión generalizada.

-¿Cómo se podría minimizar esa sensación que tienen algunas personas?

-Fundamentalmente la clave es informar mejor a la población para que no sienta esos temores de que el virus está por todas partes y en la calle. Las mascarillas no tienen efectividad, sólo están indicadas para el personal sanitario que atiende a personas enfermas o para las personas enfermas. Además, si uno se pone una mascarilla no está protegiéndose de nada que haya en el ambiente. Eso, por un lado. Por otro, el virus puede entrar por los ojos, con lo que la mascarilla no es eficaz. Ir a la desesperada a las farmacias a comprar mascarillas es totalmente absurdo. No tiene ningún sentido. Sólo favorece a la especulación y a un uso inadecuado. De ahí las medidas que se han tomado en Francia y en Alemania para regular la venta de mascarillas y de geles desinfectantes.

-Precisamente el nuevo coronavirus está teniendo un considerable impacto económico.

-Desde el punto de vista económico ha tenido un impacto terrible. Brutal. Lo ha tenido en España, en Europa… El miércoles vine de Ginebra y se han cancelado tres o cuatro grandes congresos y salones de exhibición. El propio Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional han suspendido su asamblea de primavera en Washington en abril, y la van a hacer virtual. En Suiza, cualquier concentración masiva de personas en un congreso está en este momento prohibida. Además están dándose impactos enormes sobre las empresas y sobre los autónomos, y tampoco hay que subestimar el impacto en la industria hotelera, en la de restauración, en la de viajes y en las lineas aéreas. Evidentemente, ese impacto se está dando, por un lado, por la dinámica de la epidemia, pero por otro también porque los miedos generan que muchas menos personas se quieran desplazar y, como consecuencia, las convocatorias a cualquier reunión tienen mucha menos asistencia y además en muchos países incluso van tan lejos como cancelar algunos de estos eventos. Ahora, en algunos casos en donde la infección esta más generalizada, como en las cuatro provincias de Italia, se han tomado medidas como la reciente de cerrar todas las escuelas y universidades a lo largo del territorio italiano como una manera de reducir la exposición y contener la transmisión. Por supuesto que, en la situación española, no se va a llevar a cabo en un futuro inmediato. Tendría que haber una diseminación masiva que, por decirlo de alguna manera, se saliera del tiesto y que obligara a cerrar mucho más cualquier espacio de concentración colectiva.

-En España se han suspendido los congresos médicos.

-Es una medida fundamentalmente orientada a proteger a la población de trabajadores sanitarios para reducir sus riesgos de exposición. Como muchos de ellos tienen que ver pacientes y acuden a congresos, podrían transmitir el virus a otros congresistas. Es una buena medida, prudente; la celebración de congresos no es un tema vital, pueden posponerse, y sí que se reduce el riesgo de transmisión entre trabajadores sanitarios.

-Desde un punto de vista económico, ¿podría decirse que el nuevo coronavirus sienta precedentes?

-Ya había ocurrido un impacto económico muy grande en algunos otros casos de otro tipo. Por ejemplo, en la epidemia de ébola en África occidental hubo un impacto económico enorme y en la la del ébola en la República Democrática del Congo también. Y el SARS en su momento, aunque fue limitado rápidamente, pero aún una epidemia del cólera generalizada en algunos países en vías de desarrollo puede tener un impacto económico bárbaro porque no sólo porque diezma a la población, sino por las implicaciones de la suspensión de toda la actividad económica. Yo diría que toda epidemia de amplia magnitud tiene un impacto económico y, mientras más se globalice y más se disemine, más global y más fuerte será ese impacto.

-Y esos miedos a los que se refería...

-Se desata muy fácilmente la paranoia, eso es un problema. Son muchas cosas. Por un lado, la movilidad que existe, la infraestructura de viajes tan generalizada, el fácil acceso a la información, la globalización de las personas y de las organizaciones económicas… todo potencia el impacto económico e informativo de una epidemia.

-España tiene casi tres centenares de casos de coronavirus. ¿Cuál es el patrón?

-El 80% de los casos son moderados o de baja complejidad, que no requieren siquiera hospitalización. En estos casos es mucho mejor el aislamiento domiciliario para no saturar la infraestructura sanitaria. Sólo en el 20% de los casos de personas infectadas existe la necesidad de atención más especializada y, dentro de esos casos, sólo un 5% requieren de cuidados intensivos. Creo que lo peor que se puede hacer es sobresaturar o colapsar la infraestructura sanitaria.

-¿Y en los niños?

-El virus infecta poco a los niños y los casos son relativamente leves. En la relación de casos que ha habido la minoría es en niños y no han sido serios. Donde hay más gravedad de los casos registrados es en personas mayores de 65 años y, más aún, en mayores de 80 años con condiciones respiratorias, cardiovasculares, de diabetes o problemas de otro tipo como concer. El virus se ceba con esas personas y es mucho más agresivo. Esto no quiere decir que no pueda haber casos serios, e incluso defunciones, con edades medidas, adultas, pero es fundamentalmente algo que va al extremo de la vida y que no afecta mayormente a la población infantil.

-¿Existe preocupación entre los epidemiólogos por el comportamiento de este nuevo coronavirus?

-Estamos siempre expuestos a que exista un alto número de reservorios animales a humanos de distintos tipos de virus. Como en este caso ocurrió en el bola y se supone que también en el sida.. Vamos a tener que estar preparados para enfrentarnos a situaciones de esta naturaleza en un futuro, aunque no van a ser todos los virus ni ser todos de la misma magnitud. Hay que estar muy alerta y reforzar mucho los mecanismos de vigilancia epidemiológica y todo lo que tiene que ver con las disposiciones del reglamento sanitario internacional que coordina la OMS para que los países notifiquen casos y rápidamente se establezcan medidas de control y de contención para evitar que se diseminen.

-También se va a tener que estar preparado para las enfermedades emergentes en este escenario de crisis climática.

-Absolutamente. Se supone que incluso algunos virus congelados en las zonas que tradicionalmente han estado congeladas pueden quedar liberados y podrían ser agresivos o no. Estamos ante una situación muy frágil con la propagación de enfermedades virales o parasitarias, como el dengue, la malaria o el zika, o la posibilidad de surgimiento de nuevos virus.