La dieta atlántica podría ampliar el espectro de lucha contra el covid

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XOÁN CARLOS GIL

Un estudio del 2012 ya demostró los beneficios para la salud de esta alimentación

22 nov 2020 . Actualizado a las 11:26 h.

Todos los recursos son pocos en plena lucha contra la pandemia. En realidad, la investigación española, con Galicia a la vanguardia, no ceja en su empeño de minimizar los daños ocasionados por las múltiples dolencias que acosan al ser humano. Y en este viaje, los caminos son, en ocasiones, sendas por explorar. El de la alimentación contra el covid-19 es uno de ellos. La alimentación propia de Galicia podría tener alguna de las claves.

Desde la Fundación Dieta Atlántica, promovida por la Universidade de Santiago de Compostela hace ya más de trece años, se recuerda que uno de sus objetivos primigenios es «estudiar las propiedades beneficiosas de la alimentación para la salud». «Dado que esa salud y la longevidad de los gallegos es una de las más altas del mundo, sin poder relacionarla con el desarrollo económico y sin seguir patrones de dieta mediterránea, creemos que hay factores esenciales de la dieta responsables de este factor, reforzados por el estilo de vida que los acompaña, como la slow food compartida con los seres queridos», explica Felipe Casanueva, vicepresidente de la fundación, catedrático de Medicina de la USC y jefe de servicio de Endocrinología y Nutrición del CHUS.

La fundación publicará un libro a finales de año en el que se recogerán los estudios realizados en este sentido, sentando las bases científicas de los beneficios de la dieta atlántica, que contribuye incluso a minimizar la huella de carbono. «Harán falta estudios concretos sobre el vínculo con la lucha contra el covid-19 y, aunque es imposible decirlo ahora, la base del argumento es racional», avanza Casanueva.

«El covid-19 afecta más a personas que sufren sobrepeso y obesidad, las cuales fallecen en mayor número porque el tratamiento se complica. La dieta atlántica ayuda a que no se produzca ese sobrepeso y obesidad. Ahora es un razonamiento. No toda la medicina se basa en una evidencia. Por eso son necesarios esos estudios que relacionen la dieta atlántica con los efectos del coronavirus que además es más letal en personas frágiles, al tiempo que la alimentación propia de Galicia ofrece recursos al cuerpo humano para estar más preparado para combatir las enfermedades, incluidas las infecciosas», argumenta. «Una comida más variada, con alimentos de proximidad y temporada, en cantidades coherentes permite estar más preparados», concluye.

Galiat 6+7 fue un proyecto destinado a investigar los beneficios de la dieta atlántica, concluyendo que poseía especial incidencia en la disminución del colesterol y de la adiposidad y del peso de las personas.

Carmen Martínez, coordinadora científica del proyecto y directora del Grupo Viticultura Misión Biológica de Galicia CSIC, advierte: «La gente está muy preocupada con el covid-19, como no podía ser de otra manera. Cada uno aportamos lo que podemos en la lucha contra el coronavirus, pero aún no se pueden lanzar las campanas al vuelo ni dar falsas esperanzas. Hay que ser muy prudentes».

Sin embargo, el principio de prudencia no frena a los científicos a la hora de encontrar soluciones para mejorar la calidad de vida de las personas. Los estudios específicos ya se están desarrollando en China. En Galicia es cuestión de tiempo.

«Tenemos la experiencia del proyecto Galiat 6+7, del año 2012, cuya gran aportación fue el ensayo clínico por medio de 250 familias gallegas. El recorrido podría ser enorme y tras cinco años nos quedaron ganas de seguir investigando el vínculo entre alimentación y salud», explica. Por eso, considera que los estudios específicos relacionados con el covid-19 no tardarán en desarrollarse, si es que no se encuentran ya en estado embrionario. Con todo, señala una de las claves: «Deben participar e implicarse las empresas».

En su momento, se investigó sobre productos como los grelos, los vinos de variedades autóctonas, aceites, conservas con ingredientes gallegos y productos procedentes de las rías, como los mejillones. «Galicia opta por lo natural, poco elaborado, procedente de hábitats muy ricos y especiales, como las mencionadas rías y su fitoplancton», apunta.

Callos, tosta de sardina, lubina, grelos y mejillones en el menú

La asociación Lume Atlántico es la encargada de plasmar en un plato las directrices marcadas por la Fundación Dieta Atlántica. Los chefs que la integran ofrecen propuestas que no resultan lejanas para la cultura gastronómica de los gallegos. Antes al contrario, los referentes forman parte de su vida.

Su presidente, David Vilariño argumenta: «La dieta atlántica nos puede ayudar contra el coronavirus, porque es rica en vitamina B. Alimentos que la poseen son los hongos, de los que estamos en temporada y pescados grasos».

«Recomiendo tomar cinco raciones de frutas y hortalizas al día para una buena hidratación, productos integrales, legumbres y lácteos», añade.

Vilariño explica que «la clave está en productos poco procesados y con métodos de cocinado sencillos y poco invasivos, lo que servirá para preservar todos los nutrientes y vitaminas». Así, establece un menú tipo, siguiendo las elaboraciones de los cocineros enrolados en la asociación Lume Atlántico: «Unos callos de A Penela como ración de legumbres diaria. Después una tosta de sardina con crema de salmorejo como la preparamos en la Taberna do Campo como opción un poco más moderna en su presentación. Y podemos terminar con una lubina como la suelen preparar en El Refugio».

Son tres claros ejemplos de platos basados en la dieta atlántica, cuyos beneficios relativos a otros parámetros de salud como disminuir el colesterol y prevenir patologías relacionadas con los riesgos cardiovasculares, ya quedaron demostrados por el proyecto Galiat 6+7.