Una pasajera del bus del coronavirus: «Llegué a casa y pensé, ahora qué hago yo»

s.d.m.

ASTURIAS

Policías con mascarillas en la estación de autobuses de Oviedo
Policías con mascarillas en la estación de autobuses de Oviedo

Los usuarios que compartieron viaje con los dos positivos de León pasan horas de incertidumbre

16 mar 2020 . Actualizado a las 21:18 h.

Viajó plácidamente hasta León junto a su marido, en los dos asientos detrás del conductor. Ambos regresaban de unos días de vacaciones en Canarias. Se habían ido cuando la crisis parecía todavía un mal presagio. La escala en Madrid no fue demasiado larga pero en el aeropuerto ya se notaba la tensión. Los pasajeros con mascarillas se mezclaban con el resto en los pasillos, en las cintas de recogida de equipajes y hasta en la cola del autobús. Este matrimonio ovetense compartió la noche del viernes al sábado varias horas en un bus de largo recorrido con dos positivos de coronavirus sin que se adoptase ninguna medida de seguridad. Los últimos kilómetros hasta León, donde se bajaron los dos pacientes, fueron escoltados por la Policía Nacional. Pero a ellos nadie les dijo nada hasta que no llegaron a su destino en Oviedo. Les dejaron todavía hora y media más con la duda en el aire. Lo cuentan ahora desde su aislamiento domiciliario, con una mezcla de sorpresa e irrealidad.

Trata de hacer memoria para saber si su camino se cruzó con los dos positivos en algún momento, además del trayecto de más de tres horas que compartieron en autobús. «Me dijeron que eran unos chicos jóvenes con mascarillas. Es verdad que en la cola, en Barajas, había dos pasajeros con mascarillas pero no puedo estar segura de si eran ellos. Los de León pusieron las maletas en un lado, los de Asturias, al otro, hicimos cola y subimos», relata. Aunque iba en los primeros asientos, durante el viaje se concentró en una película, así que no tiene muy claro quién más subió en la estación sur y en el intercambiador de Moncloa, las otras dos paradas que realizó el servicio antes de abandonar Madrid. 

El trayecto discurrió sin ningún problema hasta León. A la llegada a la estación, se dieron cuenta de que iban acompañados por patrullas de la Policía. Más adelante, supieron por el conductor, también asustado, que les llevaban un rato escoltando. Se abrieron las puertas y bajaron los pasajeros que habían llegado a su destino. Los agentes y el personal sanitario que se encontraban en la estación se fueron directamente a por los dos positivos. Les estaban esperando para llevarles al hospital.

Pero los usuarios asturianos seguían en la inopia. Todo esto lo supieron después. Solo vieron el revuelo que se había montado y dedujeron que estaba relacionado con el coronavirus. «El conductor subió como mosqueado pero nadie dijo nada», explica. Supusieron que era algo más rutinario, más protocolario. La situación se repitió cuando llegaron a Mieres. Solo descendió una persona y había personal médico y policía esperándole. Se bajó por la puerta de atrás.

Ya intranquilos lo siguiente que supieron, por indicación del conductor, es que en Oviedo no se harían las dos paradas previstas. Se saltaban la de Llamaquique e iban directamente a la estación. En su caso, al ir sentada justo detrás, esta pareja de ovetenses, escuchó la conversación. Cuando entraron en la terminal, ya vieron varias patrullas de Policía Nacional y a los agentes cubiertos con mascarillas. En ese momento, la orden fue distinta. Nadie podía bajarse hasta que no llegara personal sanitario. Las instrucciones incrementaron la tensión y la incredulidad entre unos pasajeros que todavía no estaban seguros de lo que estaba pasando y que estaban en suspense desde León. 

La espera fue de algo más de media hora, hasta que llegó personal del centro de salud de La Lila. «Nos pidió disculpas por el retraso. Era una doctora en ropa de calle, con una chaquetilla y una mascarilla de papel simple. Estaba acompañada por una técnico sanitario que ni siquiera llevaba mascarilla. Iban a pelo. La doctora subió y nos explicó que teníamos que hacer», detalla. Las indicaciones fueron sencillas. Control de temperatura y de síntomas durante cuatro o cinco días y aislamiento en casa. Si querían, podían llamar al día siguiente al 112 Asturias para dar sus datos y comunicar que eran usuarios del autobús en el que habían viajado dos positivos, para que los tuvieran controlados en caso de que después aparecieran los síntomas. Algunos preguntaron si no se les hacía ya la prueba para saberlo. Les contestaron que no.

En Oviedo se bajaron nueve. Todavía hubo unos diez que siguieron hasta Gijón. Oyó como el conductor se quejaba por teléfono por la desinformación. Contaba que su mujer trabajaba en una residencia y que esto podía complicarles. También escuchó cómo le decían que tenía que llevar el vehículo hasta Tremañes para desinfectarlo. A ellos les preguntaron en qué se iban a ir a casa. Les dijeron que si cogían un taxi tenían que anotar el número de licencia porque era un contacto estrecho al que habría que notificar si más adelante daban positivo. Así lo hicieron. Fueron los últimos en abandonar la estación. No saben qué medios utilizaron el resto.

Solo en ese momento pudieron reunir todas las piezas del rompecabezas. Entre los agentes, el conductor y el personal sanitario supieron que los dos positivos eran dos jóvenes leoneses que regresaban de Italia. En Barajas les hicieron el test del coronavirus pero antes de saber el resultado siguieron rumbo a casa. Ya estaban en viaje cuando los análisis confirmaron que eran dos casos más registrados en territorio español. Como sabían dónde localizarlos esperaron a que llegaran a su destino. Por eso, la Policía Nacional les escoltó antes de entrar en la estación durante varios kilómetros.

«Llegué a casa y pensé: ahora qué hago yo. Lo primero que se me ocurrió fue buscar una mascarilla, de las que ha traído a casa alguna vez mi hija, que trabaja en un centro sanitario, para reducir las posibilidades de trasmírselo a mis hijas. Mi marido apenas ha salido de la habitación. Creo que no tuvimos ningún contacto directo con ellos, porque iban en las asientos 24 y 25, pero no lo sabemos. ¿Y si estuvieron en contacto con otros que luego pasaron a la parte de delante a por agua y ellos nos lo transmitieron a nosotros?», pregunta. Es complicado que la mente se detenga un momento y no trate de visualizar cada instante de ese viaje, para recordar encuentros casuales que entonces no tenían ninguna importancia pero que ahora cobran todo el interés.