Camilo de Blas, Premio Nacional al Pequeño Comercio 2024

María Sánchez Condado
María S. Condado REDACCIÓN

ASTURIAS

José Juan de Blas, junto con su hija Paloma de Blas, quien porta uno de sus afamados roscones
José Juan de Blas, junto con su hija Paloma de Blas, quien porta uno de sus afamados roscones

Este reconocimiento pone en valor los 150 años de historia de esta confitería ovetense

09 may 2025 . Actualizado a las 17:00 h.

La emblemática confitería ovetense Camilo de Blas ha recibido el Premio Nacional en la modalidad de Pequeño Comercio. Así lo ha anunciado el Ministerio de Economía, Comercio y Empresa, tras la decisión del Órgano de Selección de los Premios Nacionales del Interior 2024. Este galardón pone en valor sus casi 150 años de historia.

Una noticia que ha llenado de alegría al negocio familiar. «Es un orgullo que te reconozcan a nivel nacional», afirma Paloma de Blas, tataranieta del fundador. Este premio no solo ensalza la labor que la confitería desarrolla día tras día, sino que también supone un reconocimiento «a las generaciones que nos preceden». Desde Camilo de Blas, el fundador, que trasladó su empresa de León a Asturias, hasta José de Blas, su hijo, primer gerente en Oviedo y creador de El Carbayón, el pastel más emblemático de la capital asturiana. «En gran parte, estamos aquí gracias a él», subraya Paloma.

La hostelera ovetense tampoco se ha olvidado de su abuelo Camilo, quien, junto a sus hermanos, «dedicó su vida al negocio», ni de su padre, que tras más de 40 años, «sigue al pie del cañón». Este premio, que les será otorgado el próximo 10 de junio, supone además «un impulso importante en cuanto a crecimiento» y ha sido posible también «gracias a nuestros clientes y a nuestro equipo».

Camilo de Blas a lo largo de los años

La historia de Camilo de Blas se remonta al siglo XIX, concretamente a 1876 cuando Camilo de Blas fundó en la plaza Carnicería, en León una confitería. Una tienda que desde los inicios tiene como actividad principal la venta de productos de confitería y como actividad secundaría la venta de delicatessen y productos gourmet. El negocio que al año siguiente se trasladó a la Calle San Marcelo, actualmente la Calle Ancha, pasó a manos de Miguel de Blas, el hijo pequeño de Camilo y tras su fallecimiento el obrador de esta ciudad desaparece.

En febrero de 1914 Camilo de Blas abre a su segundo hijo José una tienda en Oviedo, instalándose en la Calle Jovellanos y que se mantiene intacta hasta nuestros días. «Antes no hacía falta cruzar el charco, ir a América para triunfar porque Asturias no era ni la sombra de lo que es ahora. Era industrial, minera, aquí había once dependientas y como eran tan pocas, mis tías que vivían aquí salían a ayudar porque aquí al lado estaba la estación del vasco y venía gente de toda Asturias», aseguraba José Juan de Blas hace unos años a La Voz de Asturias, antes de señalar que en el año 1915, su bisabuelo Camilo abrió otra tienda para su tercer hijo Julián en Gijón, un obrador que hoy en día ya está cerrado.

Retratos de Camilo de Blas, su hijo José de Blas y su nieto Juan de Blas
Retratos de Camilo de Blas, su hijo José de Blas y su nieto Juan de Blas

La tienda de Oviedo sufrió en 1929 uno de los mayores incendios sucedidos en un área comercial en Asturias. Según cuentan en la propia página web, esta fue restaurada manteniendo intacta toda su fachada, y conservando el mostrador de mármol de Carrara y sus características columnas, consiguiendo que el local se mantenga a día de hoy exactamente igual que en 1914. Además tal era la singularidad del negocio, que en 1975 la confitería dio el salto a la gran pantalla, siendo escenario del rodaje de la película «¡Jo, papá!». Años más tarde, Camilo de Blas se convirtió en plató cinematográfico para la película Vicky Cristina Barcelona de Woody Allen.

Todo ello llevó a Camilo de Blas a coger cierta popularidad, a parte de la generada por vender unos productos de máxima calidad. Sin embargo, no fue hasta el año 2009 cuando la cuarta generación de la familia decide expandir el negocio y abre una nueva confitería en la calle de Santa Susana. Cinco años más tarde, inauguran una nueva tienda en la Calle Covadonga, de Gijón. «Cuando la crisis no sabíamos qué hacer y me vio una luz, dicen que son como oportunidades, y dije ‘oye si abrimos la tienda en Gijón'. Se lo comenté a un amigo y me dijo que ya me buscaría algo. Yo pensaba que se iba a quedar ahí, pero por la tarde me llama diciéndome que ya me había encontrado un local. Yo no podía creérmelo y tras visitar el sitio y ver que me gustaba puse en marcha la tienda», detallaba José Juan de Blas.

Un obrador con el que despertó muchos recuerdos en la ciudad contigua a Oviedo. «Por aquel entonces una chica me dijo algo que me emocionó. Me contó que cuando pasó por la tienda de Gijón se acordó de su infancia, de cuando su padre los domingos les llevaba los pasteles de Camilo a casa. Yo pensaba para mi que esa emoción tan fuerte no podía ni siquiera ser tan buena, pero claro cuando me dijo que su padre llevaba tres años con alzhéimer, sentando en una silla sin conocer a nadie, mirando a la lejanía, y que al ver la tienda decidió comprar unos pasteles y cuando le puso uno en la boca y dijo como pudo: ‘Camilo de Blas', pues eso es el valor de un negocio, que has conseguido despertar a alguien de su sueño eterno», narraba José Juan de Blas, a quien se le pone la carne de gallina cada vez que se acuerda de esta historia.

Paloma de Blas, quinta generación del negocio familiar

Actualmente el único obrador de Camilo de Blas que continúa a pleno rendimiento es el de Oviedo. Este ha ido traspasando de generación en generación hasta llegar a la quinta que a día de hoy es quien lleva las riendas del negocio familiar. «Mi hija es Paloma la que se encarga ahora de todo. Da la talla de una manera, que está mal que yo lo diga porque soy su padre pero es que estoy convencido de ello. La gente joven tiene otra cabeza, otra preparación, y si encima sabe manejar los hilos es extraordinario», reconocía José Juan de Blas.

Caja de 6 carbayones de la Confitería Camilo de Blas
Caja de 6 carbayones de la Confitería Camilo de Blas Confitería Camilo de Blas

Paloma de Blas ha hecho «un montón de cambios» en la confitería, pero todas en la misma línea. En primer lugar ha incorporado más dulces aptos para los intolerantes a la lactosa, al huevo o incluso al gluten. «Tiene ya una nevera entera para alérgicos y no da abasto», señalaba orgulloso su padre, quien señala que tener un obrador a parte para estas elaboraciones compensa con creces. «Los clientes vienen aquí y te compran a ti todos los pasteles. No cogen unos aquí y se van a otro sitio a por otro».

Además, la joven dio un gran impulso a las redes sociales y a la página web del negocio. «Yo las tenía ahí muertas de risa. Vendíamos por internet un 1% y desde que lo cogió ella ahora vendemos un 94%». En cuestión de unos meses, Paloma de Blas ha conseguido «meter a la empresa en el mundo real». Su padre en vez de apostar por el mundo digital y para adaptarse también a los tiempos, abrió en el Calatrava una tienda para que «Camilo de Blas no fuera la tienda de los abuelos». «Quería que los chavales fueran ahí a comprar y lo conseguí. Hicimos productos exclusivos para ellos como los semáforos de pasta de mantequilla que llevaban mermelada austriaca». Al fin y al cabo, «se trata de dar pasos y pasos para no quedarte atrás». Pero cada uno de los pasos que se dan deben de hacerse «con buena filosofía» porque «estamos atrapados en la responsabilidad que tienes de haber heredado un nombre tan importante como es Camilo de Blas, que es todo un orgullo».