Esteban: «Soy muy oviedista con palabras y con hechos»

AZUL CARBAYÓN

Esteban Suárez posa para La Voz de Asturias
Esteban Suárez posa para La Voz de Asturias Tomás Mugueta

El exportero del Real Oviedo repasa su trayectoria profesional, en especial su etapa en el club carbayón

15 ago 2019 . Actualizado a las 20:59 h.

Recita detalles, nombres, fechas, partidos y resultados con una exactitud que asombra. Recorre sin ningún titubeo la historia del último Real Oviedo que jugó en Primera División, al que se incorporó en 1996, y del que logró volver al fútbol profesional con todo lujo de detalles, al que volvió en 2014. Esteban Suárez (1975, Avilés) narra en primera persona la historia reciente del club de su vida, al que volvió con la intención de devolver a la ciudad al fútbol profesional.

Lo hizo renunciando a un contrato en vigor con el Almería y poniendo por delante sus sentimientos a la lógica deportiva, que llevaría muchos a seguir en la élite si se encontrasen en una situación similar. Pero Esteban, padre de dos hijos, es oviedista «de palabra y de hechos». Y lo demostró volviendo a casa en momentos complicados para la entidad y su afición. Su salida, sin embargo, no estuvo a la altura: «Me habría gustado seguir vinculado tras colgar las botas».

Sus inicios en la casa azul

-Pregunta: ¿Recuerda su primer día en el Real Oviedo?

-Respuesta: Sí. El fichaje desde el Avilés se había hecho en La Gruta. Mi padre y yo llegamos a un acuerdo con Eugenio Prieto (presidente del Real Oviedo) y al día siguiente fuimos a las oficinas del viejo Tartiere a firmar. A la salida había varios periodistas y yo les dije que aún faltaban unos flecos. Y me acuerdo que Camuel (Ángel Manuel Álvarez Pérez, exportero del club) que en paz descanse y que era un gran amigo mío, salió detrás de mí con dos bolsas llenas de material para guardarlas en mi coche. Los periodistas me dijeron: «así que no firmaste, ¿eh?» (ríe). Mi primer entrenamiento también lo recuerdo perfectamente. El entrenador era Juanma Lillo y se me acogió muy bien.

-¿Y el salto al primer equipo?

-Esos primeros entrenamientos fueron con el primer equipo. Éramos cuatro porteros y en la última semana de pretemporada pasé a jugar con el filial de Juan Fidalgo. El primer partido fue contra el Sporting B.

-¿Cómo fue el debut?

-Empatamos a uno. En el Sporting estaban Angulo, Sergio, David Cano… Y nosotros teníamos a Jaime, Amieva y creo que Losada. Fue un partidazo en Mareo. También recuerdo que el primer equipo debutó ese mismo día contra el Barcelona. Yo jugué por la mañana y por la tarde fui a ver el otro partido a un fondo del estadio con la que ahora es mi mujer.

-La titularidad le llegó gracias a una expulsión de Juan Luis Mora en 1997.

-Sí. Con Óscar Tabárez de entrenador estábamos como porteros Mora, José María Buljubasich y yo. Buljubasich era extracomunitario y no le había llegado los papeles y fui convocado. En esa época alternaba concentraciones con el primer equipo y partidos con el filial. Estaba en el banquillo a punto de comer una mandarina cuando me avisan de que tenía que jugar porque Mora estaba expulsado. Me acuerdo que sustituí a Dely Valdés.

-Luego se convirtió en un fijo. De aquella etapa es muy recordado el penalti que le paró al Atlético de Madrid, que se fue a Segunda ese día.

-Ganábamos dos a cero en el viejo Tariere y la victoria nos dejaba con pie y medio en Primera. El Atlético tenía un auténtico equipazo y en dos errores nos empataron. En la fase final del partido nos pitan pentalti. Yo había visto a Hasselbaink uno la semana anterior tirar muy fuerte y a la derecha contra el Málaga. Aposté a que lo tiraría igual y así fue. Además, lancé el contraataque y casi marcamos. Acabó en empate y certificamos la permanencia de esa temporada (1999/2000) ganando al Rayo Vallecano uno a dos, con el último gol de Duvobsky en Real Oviedo y Lopetegui defendiendo la portería rival.

-¿Cuál fue el momento más duro de aquellos primeros años como profesional?

-El de mayor aprendizaje para mí fue cuando Tabárez, después de que en una entrevista dijese «ahora que soy portero de Primera división…», me llamó a la habitación del hotel. En muy poco tiempo había pasado de 2ºB con el Avilés a Primera con el Real Oviedo y era el portero más joven de la categoría con 21 años. El entrenador me dijo que era futbolista del filial y que de Primera División eran los que llevaban cien partidos.

-¿Cómo se lo tomó?

-En ese momento… ¡Buf! Pero luego me di cuenta de que había sido una lección de humildad. Tenía mucho que hacer para hacerme de jugador de Primera División. Fue un momento duro. Hay que tener en cuenta que antes se respetaba mucho más al entrenador.

-¿Cree que los canteranos aún tienen ese respeto por el entrenador?

- Ahora desde los clubes se cuestionan las decisiones de los entrenadores y se dan alas a los jugadores. Antes discutías con el entrenador o un jugador veterano y lo primero que tenías que hacer era pedir perdón. Ese respeto se ha perdido.

-Hablando de cantera. ¿Recuerda al niño al que le pidieron en una entrevista en televisión que eligiese entre Victor Valdés o Casillas y se quedó con Esteban?

-Me llegaron muchos mensajes y luego vi el vídeo. Para mí eso fue… Contacté con el niño y le regalé mi camiseta y mis guantes. Me hizo mucha ilusión. Más que al niño. Seguro.

Su trayectoria lejos del Carlos Tartiere

-Después del Real Oviedo fue al Atlético de Madrid.

-Sí, fui cedido un año. Luis Aragonés no siguió y además hubo problemas de impagos y no contaron con ninguno de los que habíamos denunciado la situación a la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE).

-El presidente era Jesús Gil.

-Sí, yo tengo muchas anécdotas con él. Lo conocí en su pueblo, en Burgo de Osma, donde el Atlético siempre jugaba en pretemporada.

-¿Inolvidable?

-Sí. Yo había perdonado al Real Oviedo unos 80 millones de pesetas. Aquello no se llevaba, salió en el telediario nacional y Jesús Gil quiso conocerme en cuanto nos bajamos del autobús para jugar el amistoso, porque decía que ese tipo de gestos no los tenía nadie. El partido era contra el Osasuna y en la primera parte, con el Mono Burgos de portero, ganábamos dos a cero. La segunda la jugué yo y perdimos el partido tres a dos. Después Jesús Gil me dijo, delante de la prensa: ‘Chaval, esto no es el Oviedo. Hay que parar alguna’. Tengo un buen recuerdo de él aunque el equipo estaba en una situación económica muy delicada.

-Acabó quitándole el puesto al Mono Burgos.

-Fue una competencia dura pero acabé jugando 26 partidos de Liga.

-Luego llegaron Sevilla y Celta de Vigo

-En Sevilla debuté en la séptima jornada. El equipo venía de Segunda y nos metimos en Europa. Al año siguiente era titular en Copa, Liga y UEFA. Luego me llamó Fernando Vázquez para ir al Celta.

-En esa época su compañero Pinto se fue al Barcelona y su nombre se vinculó también al del club catalán.

-Sí, pero en mi primera etapa en el Oviedo. Ganamos en Barcelona por cero a uno con gol de Jaime. Ese año hubo un acuerdo para que yo me fuese al Barça pero cambiaron de directivos. Me dijeron que querían un fichaje más mediático y se decantaron por el argentino Bonano. Años después preguntaron al Celta por mi situación y la de Pinto. Y se llevaron a Pinto. Me hubiera gustado ir pero tengo que decir que Pinto representa los valores de constancia, compañerismo y humildad. Se lo merecía.

-Entre porteros, ¿siempre tiene que haber algo de pique?

-En el fútbol hay muchos mitos y palabras para quedar bien. Pero es muy difícil que dos porteros sean amigos. O juega uno o juega el otro y, aunque siempre tiene que haber buen trato y respeto, es más complicado tener amistad.

La vuelta a Oviedo

-¿Llegó a pensar en retirarse en el Almería, su último equipo antes de volver a vestir de azul?

-Siempre dije que mi último partido oficial sería con el Real Oviedo. Lo tenía muy claro.

-Deportivamente tenía opciones más atractivas.

-Cuando volví a Oviedo tenía contrato firmado con el Almería en Primera División. Además, cobraba cinco veces menos y pasé de jugar en el Bernabéu o el Nou Camp para hacerlo en el campo del Astorga. El Almería intentó retenerme pero les expliqué que quería irme a casa. Con el paso del tiempo, de hecho, hubo dos momentos en los que trataron de recuperarme.

-Cree que su salida estuvo a la altura de su llegada.

-Por supuesto que no. Yo no recuerdo ninguna presentación con 3.000 personas en 2ºB. Ese día y el del ascenso a Segunda tras ganar en  Cádiz fueron probablemente los días más felices de mi carrera deportiva.

-¿Le hubiera gustado seguir vinculado al club al colgar las botas?

-Tenía contrato para que así fuese. Cuando no pudiera ayudar en el terreno de juego, que creo que me quedaba más tiempo, mi idea era ayudar desde otra faceta. Por ejemplo, cuando vino Linares dijo que se lanzó cuando vio que yo apostaba por el Real Oviedo. Un montón de jugadores me llamaron entonces para interesarse por venir al club. Algunos están a punto de dar ahora el salto a la selección nacional.

-¿Qué pasó?

-Hay mucha gente que lo sabe y a la que le han puesto un esparadrapo en la boca. Yo me dediqué a parar y hablar de fútbol, no de otras cosas. Quienes tendrían que decirlo no se atreven. Yo soy muy del Real Oviedo con palabras y con hechos. Creo que todo el mundo lo sabe y está demostrado. No seré el más oviedista del mundo pero puedo asegurar que tampoco hay muchos que me superan.

-¿Cómo vivió los años del barro?

-Con mucha pena. Estaba fuera y no tenía información del entorno. Pero ahí me di cuenta de que este club, como le expliqué a algún dirigente, tiene más de 90 años de historia y no morirá nunca. Y no hay ningún salvador que no sea su afición, que lleva todos esos años manteniendo el equipo. Lo demostró en la etapa del barro. Tocó fondo y va para arriba. Jamás desaparecerá.

-¿Tienes clavada la espina de no haber disputado ningún minuto con la selección?

-En ese momento no me di cuenta de lo que suponía no debutar porque piensas que habrá otras convocatorias. Fueron cinco partidos y disfruté mucho. Es lo máximo a lo que puede aspirar un futbolista. Y me gustaba mucho representar al Oviedo y que se hablase del equipo.

-¿Alguna vez le tentó algún equipo del extranjero?

-Una sola vez, el Bolton, de Inglaterra. Me llamó Ricardo, que había estado en el Atlético de Madrid y estaba en el Manchester United para decirme que le habían preguntado por mí y que tenían intención de hacerme una oferta, pero no hubo nada en firme.

-¿Cuáles son sus expectativas para el Real Oviedo esta temporada?

-Hasta que los equipos de Primera no muevan ficha, la Segunda está más parada. Estoy convencido de que la plantilla va a tener aún cambios. Pero creo que en el club también deben cambiar cosas a nivel directivo, aumentar la transparencia y rodearse de más buenos profesionales y de menos de gente que se limite a decir que todo está bien. Esa es la forma de crecer.