El fundador de Bodegas.bio: «No hay que ser talibán con el calimocho, al final el vermú también es una mezcla con vino»

SABE BIEN

Carlos Vázquez Padín, que lidera una compañía de venta de caldos ecológicos, se desmarca del postureo que impera en este sector y explica sencillas pautas para aquellos que se han propuesto lanzarse al mundo del vino en el 2021

14 ene 2021 . Actualizado a las 17:23 h.

Su manera de entender el vino se parece más a la imagen de El triunfo de Baco de Velázquez que a lo que puede verse una noche en cualquier afamado restaurante. Carlos Vázquez Padín, fundador (doble mérito, en plena pandemia) de bodegas.bio invita a quitarle hierro y solemnidad a un producto que nace y muere con una única intención: el placer de quien lo toma. Por eso, mantiene este licenciado en Ciencias Políticas, «lo importante es que a uno le guste el vino y le parezca que está rico, todo lo demás sobra. Aunque no sepamos distinguir aromas, agitamos un poco el vino, lo probamos y si nos sabe bien es que está rico, no hay más». Es tan acentuado en ocasiones y círculos la presión por tener conocimientos en esta materia que, explica Padín, «hay veces que la gente toma cerveza solo por miedo a no elegir un buen vino o no tener conocimientos técnicos». Sucede, según su experiencia, sobre todo en España, Italia y Francia.

Al atender la llamada de teléfono en la que se le invitaba a explicar qué debe tener en cuenta sí o sí un neófito desde que se compra una botella de vino hasta que esta acaba en el contenedor del vidrio, muestra una actitud relajada, es abierto en sus respuestas y permite que cada uno juegue descubriendo las cualidades del vino que tiene en casa. Incluso no se corta a la hora de decir que ha tomado calimocho y que, sin gustarle demasiado, no le parece ningún sacrilegio. «Es que no hay que ser talibán, yo nunca usaría un vino bueno para eso, también es cierto, pero vamos, que hay distintos combinados con vino y nadie se echa las manos a la cabeza, por ejemplo, el vermú, que los hay riquísimos. Lo mismo pasa con la sangría, a mí me encanta con un buen tinto gallego, que tienen una acidez muy apropiada, y fruta fresca».

Pero aunque nos podamos permitir cierta manga ancha y dejar a un lado los complejos, no siempre da todo igual. Por ejemplo, la temperatura a la que tengamos un vino u otro ayudará a que los aromas y sabores se aprecien mejor. Por eso, Vázquez Padín recomienda tomar el tinto a unos 18 grados, «así que en invierno podemos dejarlo a temperatura ambiente y en verano darle una horita de frigo antes de servirlo». El blanco, por su parte, «debe estar más fresco, pero tampoco a cero grados porque corremos el riesgo de perder aromas. Lo mejor es tenerlo como a 12 grados». Apunta el fundador de bodegas.bio que en la actualidad existe la tendencia de tomarlo algo más caliente que hace años.

El tiempo de vida útil

Alguien que vive al margen de los dogmas del mundo del vino es posible que tenga dudas, a la hora de servir, sobre cuánta cantidad es la recomendada. Inundar la copa está fatal, pero hacernos los agarrados y echar cuatro gotas en la copa es igual de feo. El punto medio en este caso, y en tantos otros, es siempre un acierto; no tanto por eso evitar dar una imagen de ansioso con el alcohol o de cutre en el caso opuesto, sino porque «es la mejor manera de disfrutar del aroma y del color del vino». Y hablando de disfrutar, que es de lo que aquí se trata, es importante conocer el tiempo de vida que tiene un vino una vez abierto. Apunta el experto que «las condiciones se mantienen casi intactas, también en los tintos, unos tres días en la nevera». 

Respecto a otra práctica muy habitual, la de oler el corcho una vez se abre la botella, explica el fundador de este marketplace que sirve para comprobar que el vino no está en mal estado, pero es cierto que esto ocurre en ocasiones muy contadas.