«Desayuno con diamantes», «Pretty Woman» o «Pulp Fiction»: ¿a qué saben las películas de tu vida?

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Algunos de los filmes más famosos de la historia le descubrieron al gran público platos que, ahora, forman parte de nuestro acervo cultural. Además, restaurantes y bares se han convertido en reclamos turísticos por su presencia en la gran pantalla

01 nov 2022 . Actualizado a las 16:55 h.

La han emitido en las cadenas de televisión generalistas hasta la saciedad. De hecho, seis de cada diez españoles confiesan —porque no todos están orgullosos— haber visto alguna vez la controvertida historia de amor entre Richard Gere y Julia Roberts en Pretty Woman. Sin embargo, pese a que muchos se saben los diálogos al dedillo, solo los muy cafeteros conocen uno de los fallos de raccord más notorios de la historia del cine. Resulta que están los tortolitos pegándose un banquete de aúpa cuando, enfundada en un albornoz blanco, Roberts se come un cruasán que en el plano siguiente está entero y que, a continuación, se transforma en una tostada. La magia del cine.

Si este es un error garrafal que se estudia en las escuelas especializadas en el séptimo arte, en el área del márketing son muchos los que ponen de ejemplo el buen hacer de la joyería más prestigiosa de Estados Unidos, a la que vino Dios a ver de la mano de Truman Capote y el savoir faire de Audrey Hepburn. El libro Desayuno en Tiffany’s y su adaptación a la gran pantalla, traducida al castellano como Desayuno con diamantes, hicieron de oro, nunca mejor dicho, a esta empresa neoyorquina.

ICONO POP

La imagen de Hepburn frente al escaparate de la joyería disfrutando de un cruasán y un café es hoy un icono pop que ha convertido el número 727 de la Quinta Avenida de Manhattan en un reclamo turístico. Tanto es así que desde el 2017 es posible marcarse un desayuno al más puro estilo Holly Golightly en el interior de la tienda. Como no podía ser de otra manera, en la cafetería creada ad hoc para deleite de los fans manda el azul Tiffany, que ya se apuraron en registrar en el sistema Pantone.

La comida ha tenido —y tiene— un papel fundamental en las películas que forman parte de nuestro acervo cultural. Para bien o para mal, la alimentación entendida como necesidad y la gastronomía vista como conducto social, no se entenderían igual si no hubiesen formado parte de algunas de las escenas más míticas del cine.

Como siempre que se menciona el séptimo arte, tiene que salir a relucir la saga de El padrino. Los Corleone descubrieron a muchos espectadores Little Italy, cuyo olor a parmesano traspasa la pantalla, y platos de la gastronomía transalpina más allá de la boloñesa y la pizza. La frase de Peter Clemenza «deja el arma y coge los cannoli» puso sobre el mantel de los españoles unos canutillos rellenos de queso ricotta que hoy hacen las delicias de los amantes de esta cocina. Por cierto, la recomendación de lanzarse al postre no estaba en el guion.

No se puede hablar de comida italiana y cine sin mencionar la postal más emblemática de La dama y el vagabundo. Los espaguetis con albóndigas, de hecho, son una combinación que llevaron los emigrantes italianos a Estados Unidos, donde es mucho más popular que en el Viejo Continente. No obstante, la película de Disney democratizó esta receta y romantizó la, ciertamente, desagradable imagen de compartir fideos con el amor de tu vida.

Si por culpa de los perros de La dama y el vagabundo este plato destila cursilería, el sándwich de pastrami es sinónimo de gozo sexual. Este bocadillo de carne es lo que estaba tomando Sally, a la que encontró Harry en la famosa película, en el restaurante Katz’s cuando finge el orgasmo más famoso de la historia del cine. Sobra decir que al local le tocó la lotería con esta escena, ya que desde entonces está hasta los topes. Se encuentra en una zona poco turística de Manhattan, pero parece que esto es lo de menos.

El aclamado director Quentin Tarantino es capaz de hacer realidad lo imposible: convencer a millones de ciudadanos de que una hamburguesa con piña es una buena opción. La hamburguesa Big Kuhana está presente en varias de sus películas y, aunque no están del todo claros sus ingredientes, sí se sabe que tiene un punto dulce y exótico gracias a la presencia de esta fruta tropical.

Más allá de escenas que encumbran un plato o producto, están esas películas que, directamente, homenajean en su título al mundo de la cocina. Es el caso de Tomates verdes fritos o Ratatouille. En el primer y muy lacrimógeno largometraje, la elaboración a la que da nombre no es más que la receta estrella del Whistle Stop Cafe. Esta cantina, fundamental en la película, tiene su réplica actualmente en el lugar donde se ambienta la historia, el pueblo de Juliette, en el estado norteamericano de Georgia. Más allá de este plato, el libro de recetas de este drama noventero no escatima en ingredientes e incluye, incluso, carne humana.

Mucho más amable es el plato de la película Ratatouille. Esta elaboración no es más que una receta clásica de la gastronomía francesa que consiste en preparar unas verduras al horno. De manera muy estética, eso sí.

RECETARIO ESPAÑOL

Si los españoles llevamos años siendo conscientes de las virtudes nutricionales y organolépticas del gazpacho, el mundo se hizo eco de este clásico de la gastronomía patria gracias a Mujeres al borde de un ataque de nervios al que, no obstante, le sobran unos cuantos barbitúricos. La filmografía de Almodóvar está repleta de guiños a la cocina más que tradicional, doméstica; en consonancia con los personajes principales de sus películas. No es casualidad que Raimunda, el personaje de Penélope Cruz en Volver, esté preparando una tortilla de patata antes de que la película dé un giro de 180 grados. Tampoco que Carmen Maura mate a su marido en la ficción con un hueso de jamón en ¿Qué he hecho yo para merecer esto?

Las películas nos han enseñado platos que, de otro modo, no existirían en el imaginario colectivo. Pero las series han hecho lo mismo, calando en algunos casos de manera más profunda. Friends popularizó como nadie los menús de Acción de Gracias norteamericanos: con su pavo asado, su salsa de arándanos y su ponche de huevo. Y Sexo en Nueva York, por ejemplo, sentenció que la bebida de moda de los 2000 sería el cosmopolitan. Igual que comentamos en líneas anteriores, esta serie creó la necesidad de probar la tarta red velvet de Magnolia Bakery; el mismo manjar que se dio a conocer años atrás gracias a la película Magnolias de acero.