Tras su divorcio se vio sola con dos niños pequeños y tenía dos salidas: la hostelería familiar o la comercialización de marisco, que ya conocía por sus años de casada. Se decantó por lo segundo y empezó de prestado en un local de una amiga. Veinte años después, Linamar tiene un centenar de trabajadores y factura 22 millones al año. «Sí, crecimos, pero espero que nunca perdamos el alma».
Susana Luaña