UNA MADRE DE CHAMÍN A PEKÍN No es un cuento chino. Vero, madre aplicada, ha pasado por la Escuela de Idiomas y asiste a una academia para captar las conversaciones de los chicos de su vida. Con 2 años, Cibrán aprende chino con papá, Rui. Él, que puede sonarles de «Land Rober», dice que ella debe aplicarse al idioma para aprobar. La retranca se impone al humor amarillo en esta familia galiasiática que quería aldea y arraigó en Santaia de Chamín
Ana Abelenda