La Pizarra: Un recurso para sobreponerse al apagón

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

Anquela en el Real Oviedo-Osasuna
Anquela en el Real Oviedo-Osasuna LFP

Analizamos en cinco claves la victoria del Real Oviedo ante Osasuna

22 oct 2018 . Actualizado a las 13:13 h.

La derrota en el último minuto ante el Rayo Majadahonda dejó una sensación generalizada: si Osasuna se adelanta en el Tartiere, la situación será crítica. Pues bien, minuto 3 y gol de Unai García en otra jugada a balón parado. Imposible pensar en un panorama peor.

A los problemas de juego ya conocidos, el Oviedo añadió los anímicos, que seguramente sean los peores. El descanso llegó con la sensación de que el área de Rubén era territorio prohibido para los carbayones. Todo cambió con la entrada de Ibra. Al conjunto de Anquela le falta mucho y haría mal en pensar que estos tres puntos son la solución, pero pueden facilitar y mucho las cosas.

Un Oviedo sin recursos

Jagoba Arrasate, como ya anunciaron sus jugadores por semana, preparó el partido esperando a un Oviedo con tres centrales. Sentó a Juan Villar para poner a Roberto Torres con la intención de que el navarro, desde la media punta, ayudase al doble pivote y generase superioridad en la medular. Pero a Osasuna tampoco le hizo falta hacer mucho con balón.

Ya con el 0-1 en el marcador, el plan estaba claro: dejar que el balón circulase entre los centrales azules e impedir el pase interior. Sin ser una presión compleja, fue suficiente para desarticular la salida del Oviedo. Los de Anquela, como viene siendo habitual, eran incapaces de tejer una circulación nítida. El primer tiempo pasaba y parecía imposible que las tres alturas carbayonas (centrales; doble pivote y carrileros; extremos y delantero) encontraran un nexo de unión.

Entre tanta confusión, Javi Hernández

Que un chaval de 20 años, en su segundo encuentro en el fútbol profesional, fuera el jugador del Oviedo que mejor entendió el partido habla mal del equipo pero también muy bien de Javi Hernández. El jerezano volvió a ocupar el flanco izquierdo de la defensa de tres y se convirtió en la única certeza azul.

El zaguero zurdo superaba la ordenada pero nada especial presión de Osasuna con conducciones eficaces y pases interiores medidos. Un poco de tranquilidad bastaba para superar la primera línea y encontrar a Mossa o Saúl, pero solo el chaval parecía tenerlo claro. Si su debut ante el Albacete ya le puso en el mapa, lo de ayer le debe convertir en una opción tan válida como cualquier otra.

Las imprecisiones por bandera

Como ya dijimos en los párrafos anteriores, Osasuna marcó el 0-1 y poco más. Su ataque, que amenzaba pero no golpeaba, se basaba en un caos premeditado, con Rubén García, Brandon y Roberto Torres alternando sus posiciones, siendo Kike Barja, tirado a uno de los dos flancos, el único jugador que fijaba su puesto.

«En el descanso dije que con miedo no se puede jugar a fútbol», dijo Anquela tras el partido. A la falta de una idea global se le unió una imprecisión desmesurada en jugadores que normalmente no fallan. Controles, pases y centros parecían una tarea imposible para los futbolistas que vestían de azul. Solo el siempre combativo Tejera parecía capaz de sortear la defensa rojilla.

Un giro de guión llamado Ibra

Otra cosa no, pero Juan Antonio Anquela fue valiente tras el descanso. Primero por el simple cambio de delantero por central. Segundo porque lo fácil hubiera sido sacrificar al joven Javi Hernández y no a Forlín, uno de los pesos pesados. Pero el jienense sabía que el chaval estaba siendo de lo poco bueno de su equipo. 

Ibra confirmó sus buenos minutos en el Wanda Metropolitano y desde el primer momento se echó a su equipo y al Tartiere a la espalda. Al coliseo azul le gusta Ibrahima y al senegalés eso le encanta. El Oviedo optó por el juego directo como plan A: Ibra recibiía, bajaba el balón y asentaba la posesión azul en campo rival. Desde ahí, el flanco izquierdo recordó al de los mejores días. Por primera vez en el partido, Osasuna sentía que podía perder.

Un nuevo camino por explorar

Seis minutos después de la entrada de Ibra, el Oviedo empató. Y lo hizo en la primera jugada del partido en la que el doble pivote consiguió dar continuidad a un pase interior de Javi Hernández. Los azules se lo creyeron y tan solo unos centimetros impidieron al ariete senegalés cazar un pase largo de Folch. Mientras, los centrales carbayones cumplían en la anticipación y el equipo se hacía corto.

Al conjunto de Anquela le seguía costando tomar buenas decisiones cerca del área de Rubén, pero por lo menos rondaba dicha zona. Saúl y Mossa atacaban el doble lateral formado por Lillo (expulsado en el 82') y Vidal y el Tartiere se crecía. Folch, Ibra, Aarón y Bolaño avisaron, pero fue el capitán Berjón el que, gracias a una rosca imposible que Rubén no supo medir, daba los tres puntos al Oviedo.

Después de la euforia, toca la reflexión. La búsqueda de un estilo, y no de un esquema, es el mayor problema al que se enfrenta Juan Antonio Anquela. Cuando tienes claro lo que quieres de tu equipo, el dibujo es lo de menos. Quién sabe si después de tantas probaturas, el 4-4-2, tan típico como rico en recursos, se acaba asentando en el Real Oviedo.