La Pizarra: Mimbres para crecer

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

Javi Rozada, con Benavides detrás, en el Ponferradina-Real Oviedo
Javi Rozada, con Benavides detrás, en el Ponferradina-Real Oviedo Real Oviedo

Analizamos en cinco claves el partido del Real Oviedo en Ponferrada

24 sep 2019 . Actualizado a las 20:12 h.

El Real Oviedo no jugó un mal partido en El Toralín. Parece una locura decirlo tras los cinco minutos desastrosos que significaron el 2-1 y, sobre todo, después de la situación en la que sigue inmerso el equipo tras sumar dos puntos en siete jornadas, pero, por primera vez en el presente curso, los azules fueron mejor que su rival durante la mayor parte del encuentro. Y eso no había pasado en fechas anteriores. Después de jugar dos partidos en cuatro días, Javi Rozada debe abrazarse a la rutina para sacar esto adelante. Este equipo necesita una victoria ya, pero el trabajo es el único camino para llegar a ella.

Un boceto en El Toralín

No muchas, pero el Real Oviedo mostró cosas ante la Ponferradina. A diferencia del encuentro ante el Extremadura, los azules ajustaron esa presión tras pérdida y por primera vez se pareció a la de un equipo de Javi Rozada. Puede que le siga costando el repliegue en las transiciones defensivas, pero los carbayones robaron mucho en campo rival. 

Hasta la fecha, el Oviedo había sido un equipo muy pobre en lo futbolístico, algo que explica la poca confianza y el miedo a la adversidad de la que hace gala actualmente. Partiendo de este listón, arriesgar en los inicios de juego todavía es un reto mayúsculo. Y llamamos arriesgar a un simple pase interior del central buscando a Tejera o a Borja. Cuando los de Rozada mostraban un mínimo de paciencia y deshacerse rápido del balón no era la primera opción, la Ponferradina sufría.

Isi y el saber sufrir del Real Oviedo

Por primera vez en la temporada, y durante gran parte del encuentro, el Oviedo supo convivir con la adversidad. No era un drama que el rival llegase a tres cuartos de campo, se defendía y punto. Este es un buen punto de partida. Sin llegar a tener ocasiones claras la Ponferradina llegó, pero se encontró a un equipo en frente.

Los de Bolo no lograban hacer daño por dentro, pero Isi les dio esperanzas. El extremo zurdo, jugando a pierna cambiada, hacía dudar a Mossa con un simple movimiento de fuera a dentro y recibía entre líneas. Con Larrea en la base, el propio Isi de enlace y Yuri recibiendo, los locales encontraron el camino, sobre todo cuando se cumplía la media hora de juego, pero los azules, de naranja el domingo, supieron aguantar y sufrir en campo propio.

Ortuño encuentra socios

La gran noticia de estos dos partidos con Javi Rozada al frente del primer equipo carbayón está en el flanco izquierdo. Juntar a Saúl y Borja en dicho perfil le puede dar mucho a este equipo y es un recurso a explotar. Vale que Ortuño sigue en plan estelar (no solo por los goles) y que, para la línea defensiva y Lolo, es la primera opción casi siempre, pero que el murciando tenga compañeros con los que plantarse en campo rival y hacer mucho es lo que lleva esperando desde la primera jornada.

Ahí entra en juego el Saúl-Borja. Este último, que en defensa actuaba de mediapunta pero en situaciones ofensivas era interior zurdo, buscaba y encontraba al capitán a todas horas. Haciendo dos contra uno o sin tener superioridad numérica, daba igual, la pequeña sociedad hacía daño a la Ponferradina. Hasta en cinco ocasiones en el primer tiempo el Oviedo llegó por este perfil. 

La aparición de Lucas y la banda izquierda fabricando goles

La segunda parte comenzó de la mejor manera para los intereses visitantes. Una gran presión de Mossa, celebrada y mucho en la zona técnica, acabó con Joselu solo ante Manu García, pero el poste evitó el primer tanto. El onubense, que por orden de Rozada partía desde la derecha para atacar la espalda de los centrales de la Ponferradina y dejar el carril libre a Lucas, empezó a crear peligro de verdad.

Esto fue aprovechado por un Lucas Ahijado muy tímido hasta el momento. No es fácil ser defensa y debutar en este equipo. El canterano, que no sufrió cerca de su área y al que sus compañeros no llegaban durante el primer tiempo, se soltó la melena y tras el descanso se acercó a ser ese jugador que todos conocemos. Pero el gol, cómo no, llegó por la izquierda. Enésima combinación de Saúl y Borja, centro medido de este y remate impecable de Ortuño. Motivos para creer.

Y la enfermedad brotó en cinco minutos

Con el partido totalmente controlado, el 2-1 de la Ponferradina solo lo explica la trayectoria del equipo. Después de 60 minutos fiables, con Christian y Carlos partiéndose la cara ante Yuri y Kaxe pero compitiendo sin problemas, los fantasmas aparecieron y la enfermedad volvió a mostrar sus síntomas. 

Hoy en día, el Oviedo es un equipo al que le cuesta un mundo hacer lo más sencillo. La necesidad de ganar coarta toda virtud y los jugadores no ofrecen ni un 30% de su rendimiento. Por eso lo de El Toralín tuvo mérito. Hay una jugada que refleja esta sensación, cuando con 0-0 en el marcador, los centrales, Lolo y algún carbayón más celebraron como si fue un gol una simple defensa a un arreón de la Ponferradina. Lo normal se convierte en extraordinario. Pero todo se puede caer en cinco minutos.

Sangalli se movió bien en derecha y se asoció con Lucas, demostrando que dicho flanco lleva su nombre. Hubo varios acercamientos, pero el marcador no se movió. Se vieron cosas, pero la victoria no llega y la soga aprieta. Eso sí, por primera vez en siete semanas, el Real Oviedo se va a casa sabiendo que tiene motivos por los que ser optimista. Nadie tiene más ganas que Javi Rozada de afrontar la semana que se avecina. Para esto llegó al primer equipo.