La decisión del Gobierno de Nueva Zelanda de alejarse de los resultados que señala el producto interior bruto como elemento central para determinar la salud de su economía ha vuelto a poner de actualidad la polémica que rodea a este indicador como unidad de medida del bienestar real de una sociedad o país. Distinguir entre desarrollo y crecimiento del PIB, como proponía José Luis Sampedro, puede ser de gran utilidad para acotar esta controversia y utilizar con buen criterio la información disponible.
Julio G. Sequeiros