¿Es Asturias un foco de resistencia del feminismo anti trans?

ASTURIAS

Fotograma de La chica danesa
Fotograma de La chica danesa

La demora en la aprobación de la ley autonómica, la cancelación de un curso para profesores sobre alumnado transexual y la última edición de la escuela Rosario Acuña despiertan el resquemor en el colectivo

07 mar 2020 . Actualizado a las 18:53 h.

A la hora de criticar los programas de educación sexual en la escuela, el portavoz de Vox en el parlamento asturiano, Ignacio Blanco, suele tratar de provocar a la bancada socialista (la última vez al hilo del denominado 'pin parental') pidiendo explicaciones sobre si las consejeras sabían «ya  si es hombre o mujer desde pequeñas». Quizá no pinche en hueso del todo. Lo cierto es la oposición a la consideración de la identidad transexual cuenta con una larga y férrea tradición en el espectro conservador de la política pero de forma reciente se ha abierto camino en múltiples colectivos feministas de índole progresista y los grupos que luchan por el reconocimiento de los derechos transexuales creen que Asturias es uno de los focos principales de ese núcleo de resistencia. Tres episodios han marcado de forma profunda esa percepción: el verano pasado una serie de conferencias en la Escuela Feminista Rosario Acuña de Gijón donde se realizaron declaraciones como que las mujeres transexuales son «actrices de género»; el pasado febrero con la suspensión por sorpresa de una unidad formativa sobre alumnado transexual el Centro del Profesorado (CPR) de Avilés; y esta última semana con el enésimo encontronazo parlamentario a cuenta de la demorada desde la pasada legislatura aprobación de la Ley Trans (el Principado es una de las cuatro únicas comunidades que carece de una normativa de este tipo) que tampoco salió adelante en esta ocasión después de que Podemos presentara su iniciativa por su cuenta.

«Hay una mano invisible por ahí que está tocando todo lo que tiene que ver con la ley trans, porque además viene todo del partido socialista», explicó Yosune Álvarez, la coordinadora de Xega, el colectivo LGTB más veterano y mayoritario en Asturias. Álvarez apuntó que dentro de los partidos de izquierdas, también en el ámbito estatal hay fuerzas que «están haciendo todo lo posible para frenar la ley trans». Esta semana, la norma autonómica decayó pero en un debate en el que, salvo Vox (que siempre se ha opuesto de forma tajante), ninguno de los grupos puso en cuestión los pilares fundamentales de la ley trans.

La demorada ley asturiana

En el pleno, tanto PSOE, como IU y Ciudadanos (que trabajan en la búsqueda de un acuerdo para aprobar la norma con amplia mayoría) reprocharon a Podemos que hubiera roto «el consenso» de la negociación presentando su propia iniciativa sin esperar al texto pactado. Una ley trans votada por los cuatro grupos lograría un respaldo incontestable en la cámara (30 de los 45 diputados). En el debate se afeó la cuestión de la oportunidad especialmente (el grueso de los reproches del PP se centraron en que no invadiera competencias) pero lo cierto es que la norma lleva sin terminar de tramitarse desde la pasada legislatura. En público ninguno de los grupos progresistas de Asturias se opone a aprobar la Ley Trans y varios llevan muchos de sus postulados en los programas electorales. En privado se reconoce que la controversia en el seno del PSOE no es pequeña, los socialistas cuentan entre sus cuadros con algunas de las más destacadas e históricas figuras del feminismo español y son muy influyentes. Con una larga trayectoria son también y precisamente la generación que con más virulencia se resiste a reconocer a las transexuales como mujeres iguales a las «biológicas». 

De forma reciente, la polémica por la expulsión del Partido Feminista de Lidia Falcón aprobada por la asamblea de Izquierda Unida federal llegó también de algún modo a Asturias. La coalición justificó la expulsión «por reiterados incumplimientos estatutarios y mantener posiciones contrarias a las aprobadas en los órganos» del partido, entre ellas reiteradas manifestaciones públicas de tono transfóbico. «Los discursos de odio, del enfrentamiento contra 'el otro' no son propios ni de la izquierda ni del compromiso feminista», remarcó la organización. Sin embargo, Falcón recibió el respaldo de la directora del Instituto Asturiano de la Mujer, Nuria Varela, que calificó de «error histórico» la decisión para añadir que la coalición se había «plegado» a las «presiones de las disidencias sexuales». Yosune Álvarez. que destacó las buenas relaciones entre Xega e IU de Asturias, calificó de «impecable» el proceso de expulsión del partido de Falcón; «lo llevaron a la asamblea y tomaron la decisión después de haberles dado la oportunidad de sentarse a hablar».

Otro de los episodios de choque recientes en Asturias tuvo lugar el pasado mes de febrero cuando desde la Consejería de Educación se canceló, 24 horas antes de que se celebrara, la conferencia «Alumnado en situación de transexualidad: normativa y protocolos» que estaba prevista en Centro de Formación del Profesorado (CPR) de Avilés y Occidente y que había despertado un gran interés entre los docentes, superando las cincuenta inscripciones, el doble de lo habitual. La consejería adujo que se trataba sólo de un retraso para adecuar los cursos a los programas de formación del profesorado, pero la cancelación despertó enormes suspicacias y la responsable de la charla, Aitzole Araneta, denunció que le recordaba al «pin parental». Tampoco gustó la decisión en Xega que emitió una carta pública para pedir explicaciones, Yosune Álvarez explicó que tienen prevista una reunión con la consejera de Educación, Carmen Suárez, el próximo 16 de marzo para saber qué ocurrirá con el curso.

Hay un sector del feminismo al que se denomina TERF por sus siglas en inglés (Trans-Exclusionary Radical Feminist; Feminista Radical Trans-Excluyente) y que no reconoce como mujeres a las transexuales. «Entienden que tener pene es una agresión, que no son mujeres y que todos los hombres son violadores», destacó Yosune Álvarez, quien señaló que uno de sus argumentos recurrentes es que hay un «lobby trans» que trata de controlar los espacios feministas. «Ahora por lo visto las personas trans tienen todo el poder, ocupan todos los espacios sociales y están abrumadas por toda la cantidad de mujeres trans que están llegando a los colectivos, esto lo digo de forma irónica. La realidad es que son muy pocas, primero porque no se atreven por su problemática personal y aunque se atrevan bastante tienen con sobrevivir con el tema laboral que es muy serio», resaltó la coordinadora de Xega. 

En términos mucho más duros respecto al debate en Asturias se pronunciaron otros colectivos trans. Según recogió Europa Press, Disex y Transire firmaron un comunicado conjunto en el que denunciaban que en el seno de la Federación Socialista Asturiana (FSA-PSOE) existe un sector «reaccionario» que «se dice feminista pero piensa como la ultraderecha, que se opone furibundamente a los derechos de las personas trans y enseña su pata de lobo por debajo de la puerta en la Escuela Rosario Acuña, al defender la transfobia del pseudopartido personalista de Lidia Falcón o al cancelar cursos para formar al profesorado sobre temática trans». Ambos grupos emplazaron a la FSA a que solucione cuanto antes sus «problemas internos» y a que dejaran de «marear» a la población trans asturiana. «Nosotras ya hemos esperado y sufrido suficiente, mucho más de lo que sería decente permitir, y no vamos a continuar ni un minuto más siendo títeres de su teatrillo electoralista» señalaron para también calificar de «mamporrera de la FSA» a la portavoz de IU, Ángela Vallina, tras el debate de esta semana en el pleno.

La escuela Rosario Acuña

En el ojo del huracán, y como origen de muchas de estas polémicas, se señalan en los debates y en redes sociales la serie de conferencias celebradas en la ultima edición de la Escuela Feminista Rosario Acuña de Gijón. Muchas de las intervenciones en ese foro fueron señalas como tránsfobas, lo fueron las de Amelia Valcárcel, que calificó de «actrices de género» a las transexuales. También las de Anna Prats que atribuyó a donaciones millonarias «de Soros» el respaldo a grupos trans que, según la misma teoría de la conspiración, pretenden legalizar la prostitución. En las charlas, la filósofa Alicia Miyares habló de «tíos, porque son tíos»; si bien destacó que no se refería a la transexualidad sino que era una crítica a «lo queer/ transgénero» . Buena parte de ese debate se centró en el relativismo de la postmodernidad, aunque en varias ocasiones se manejaron argumentos de tipo despectivo hacia las transexuales, y la idea, defendida por muchas ponentes, de que formaban una suerte de caballo de Troya dentro del feminismo para destruirlo.