2020, el año en que la alimentación se consagró como la nueva política

SABE BIEN

La nutrición es hoy en día un tema tan controvertido como la religión, el sexo o el fútbol. Genera opiniones igual de polarizadas y más de una celebridad ha salido escaldada por mostrar su parecer

15 ene 2021 . Actualizado a las 00:12 h.

Parecería un chiste en otros tiempos, algo presuntuoso e incluso de mal gusto cuando no se jugaba con las cosas del comer. Que la alimentación fuera objeto de un posicionamiento ideológico, que obligase a los ciudadanos a tener un discurso razonado no se entendería, simplemente, porque no había donde rascar. Pero ahora esta cuestión tan primaria tiene un papel fundamental en foros dispares como el bar, el trabajo, las redes sociales o incluso el Congreso. En una mano están esos a los que les preocupa su salud y entienden que es imposible cuidarla sin mirar la cesta de la compra; también a quienes gustan de estar en la pomada, en cualquier esfera de la vida, y sus mayores aliados son esos gurús nacidos al calor de las redes sociales y quienes promulgan tendencias alimentarias desconocidas hasta hace media hora. En la otra mano tenemos justo lo contrario, aquellos que alucinan con todo esto y, precisamente, por eso entran también en la ecuación. Y así, con todos enfrentados, se prende una llama que hasta ahora solo encendía el fútbol, la política, la religión y, desde hace menos, el feminismo. El problema es que pese a que la alimentación se ha convertido en tema de debate, en el fondo todo sigue igual, o incluso peor. Las tasas de obesidad en España son las que son: el número de menores que sufren sobrepeso se ha multiplicado por diez en el caso de las niñas y por doce en el caso de los niños respecto a la población infantil de 1975 en nuestro país. Galicia, por cierto, ocupa un sonrojante primer puesto si hablamos de sobrepeso.

El año 2019 sentó un precedente de lo que se avecinaba cuando dos animalistas reivindicaron la labor que hacían alejando a los gallos de las gallinas «para evitar violaciones». Su discurso, en el que además expresaban su deseo de que se prohibiese el consumo de huevos, se hizo viral y todo el mundo se metió en el fango. Entre ellos Karlos Arguiñano. El cocinero vasco, curado de espanto, explicó muy tranquilo que «aunque sea pecado no voy a dejar de comer huevos de mis gallinas que felizmente viven acompañadas de gallos», para concluir con un siempre socorrido «la vida es así». Y así respiraron tranquilos los fieles que llevan treinta años siguiendo los consejos de esta deidad televisiva.

Pero poco le duró la paz a Arguiñano, tanto va el cántaro a la fuente que ya casi alcanza a Pablo Motos en la suma total de titulares que incluyen su nombre y el adjetivo «controvertido». De hecho, fue en El Hormiguero donde hace ahora un año donde la lió contando un chiste relacionado con una violación, precisamente, el Día Internacional contra la Violencia de Género. Sirve este cocinero para entender la analogía que se hacía en el primer párrafo. En las redes sociales generó casi tantas reacciones esta desafortunadísima gracia que las causadas por un consejo nutricional de Ainhoa Sánchez, una de las colaboradoras habituales de Karlos Arguiñano en tu cocina. «No tenemos que sobrepasar las tres piezas de fruta al día, porque son alimentos que tienen azúcar y pueden desequilibrar un poco nuestra dieta si nos pasamos», dijo Sánchez para sorpresa y disgusto del grueso de nutricionistas.

Carlos Ríos fue uno de los más críticos con esta afirmación, y hasta hacía poco, lo que decía este gurú de la alimentación y creador de la corriente Real Fooding iba a misa. O más bien al plato. Pero ahora sus comentarios se cogen con pinzas. Un puñado de seguidores ha empezado a ver en el tipo de alimentación que promulga (una dieta basada en productos naturales y recetas que huyen de los procesados), un sinfín de problemas logísticos.  El tema es que este nutricionista, ahora rey de un imperio, muestra en sus redes sociales una vida que se aleja mucho de la del común de los mortales: práctica de yoga, tiempo ilimitado para cocinar o el uso de productos que no están al alcance de todos los bolsillos forman parte del ramillete de críticas. Además, las restricciones totales son parte de su filosofía, con la frustración que genera en quien no es capaz de ser tan ortodoxo. Ya se lo explicó a La Voz hace más de dos años, cuando empezaba a despuntar: «No soy partidario de la permisividad y del 'por un día no pasa nada'. Para quien toma dos litros de Coca-Cola, reducir a uno al día le parecerá suficiente, y no es así».

Es justo por su «mensaje totalizador» que está empezando a mosquear a más de uno. Sin ir más lejos, en octubre gustó más bien poco que publicase un vídeo en el que mencionaba las calorías de mayonesa ultraprocesada que ponía una chica en un bocadillo.

Lo más repetido fue que este tipo de comentarios no hacen más que promover los trastornos de conducta alimentaria. «Los Trastornos de Conducta de la Alimentación (TCA) son algo muy complejo, cualquier psicólogo puede confirmar que tienen una causa multifactorial que no aparece así de la nada, que es irresponsable y una frivolidad echarle la culpa a alguien que te vaya a crear un TCA porque ese alguien te esté diciendo que eso es una basura y una mierda ultraprocesada», dijo Ríos para intentar zanjar el asunto. 

Subida del IVA a las bebidas azucaradas

Lo que sí gustó a este influencer y consiguió el respaldo casi unánime de organismos sanitarios competentes fue el anuncio de la subida del IVA de las bebidas azucaradas del 10 al 21 %. Aunque en un inicio este cambio al alza iba a afectar también a yogures edulcorados y leches fermentadas, finalmente el golpe fue a parar, principalmente, a refrescos y zumos. Esto fue suficiente para enfadar al sector del azúcar, que a través de un informe se aventuró a pronosticar una pérdida de más de 6.000 puestos de trabajo derivada, directa o indirectamente, de la nueva norma.

Imposible acabar este artículo sin hablar de Masterchef, caladero oficial de quejas, lamentos y dardos (sobre todo de colectivos animalistas, incómodos por las imágenes, que tildan de explícitas y duras, que el programa suele ofrecer de animales muertos). El último en recibir el azote del público, o más bien de un colectivo en concreto, fue Jordi Cruz. El cocinero y juez del talent culinario respondió a Ainhoa Arteta, que había espetado «el pan se me va al culo», que este producto no engorda.  «Mucha gente cree erróneamente que el pan engorda. No. Es un alimento que apenas contiene grasa. Además, incluir una ración de pan en cada comida ayuda a equilibrar la dieta, incrementando los hidratos de carbono, que falta nos hacen, porque la dieta actual, en general, se caracteriza por exceso de grasas y proteínas y escasos carbohidratos». Las reacciones no se hicieron esperar y una de las que más caló fue la de Aitor Sánchez, autor de los libros y el blog de Mi dieta cojea.